Macro y Micro Líderes

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Por: ALFREDO ARNOLD MORALES

Buena parte de la historia de la humanidad no podría explicarse sin la influencia que ejercieron los líderes surgidos en distintas regiones y épocas. Líderes buenos y malos, autocráticos y demócratas; sociales, religiosos, políticos, artistas, científicos, sabios, reyes y guerreros, un sinfín de categorías. Líderes cuyas decisiones fueron puntos de quiebre, momentos disruptivos en el diario acontecer. Por ejemplo, los Reyes Católicos cuando decidieron apoyar la aventura de Colón.

Hoy en el mundo vivimos un momento en el que la influencia de un líder sería de enorme provecho para lidiar exitosamente contra la pandemia de Covid-19. Lamentablemente, no lo hay. Ni siquiera la ONU ni la Organización Mundial de la Salud tienen una presencia consistente que guíe las políticas públicas sobre esta enfermedad. Cada quien decide según su leal saber y entender (en el mejor de los casos).

Ahora que dispongo de más tiempo para ver televisión, me entero diariamente de una docena de opiniones, muy respetables, por cierto, sobre la naturaleza, el comportamiento, la prevención y los medios para atacar el virus; pero son opiniones confrontadas. Y así, ¿a quién le creo?
Esto que sucede a nivel mundial, también lo vemos en el seno de algunas familias: ausencia de líder.

Es cierto que la situación de “cuarentena” es complicada, no son vacaciones, más bien parece un estado de sitio. Los adultos se estresan, los jóvenes se aburren, los niños se inquietan, la relación se fricciona y no tenemos la experiencia del know how para arreglarlo.

Es por ello que alguien tiene que asumir el rol de líder en la familia. Puede ser la abuela, el padre, la hermana mayor, la tía, quien sea; quien tenga mejores dotes naturales para hacer un buen trabajo de comunicación.
“En mi casa –comenta una joven- es mi hermano porque nosotras estamos muy locas y gritamos todo el día, sobre todo mi hermana y yo peleamos a cada rato por tonterías y él es el más neutral que siempre nos calma y nos calla, en general sí es de alguna manera el líder de la casa pues es el más ecuánime, calmado y noble”.

Otra joven nos dice que “la que mantiene el equilibrio y trata de que todo no termine siendo un caos es mi mamá, lo hace mediante ciertas tareas fijas que cada uno ya sabe a quién le corresponde. Estableció horarios para ciertas actividades, por ejemplo, el quehacer se hace de tal hora a tal hora, desayuno a ésta y la comida a ésta”.

En otra familia, la hija mayor organizó a sus papás y a sus dos hermanos para vender alimentos a domicilio. Las tareas de ir al mandado, cocinar, tomar pedidos y entregar están bien repartidas.

Otra vivencia la relata un joven que vive con sus padres de la tercera edad: “Yo no diría que los cuido, sólo los ayudo, los mantengo a raya para que no discutan y no salgan de la casa”.

Acciones simples, pero muy valiosas para mantener el equilibrio emocional y la sana –inclusive feliz- convivencia familiar que nos impone la pandemia.

Sí, necesitamos macro líderes que influyan positivamente en el mundo en estos momentos de crisis e incertidumbre, pero también micro líderes que aporten sus cualidades naturales para conservar la unidad, paciencia y orden en nuestro primer grupo social, el más importante de todos, que es la familia.

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