La historia y el periodismo en la Cuarta Transformación

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POR ALFREDO ARNOLD MORALES

Bien conocida es la afición que tiene el Presidente López Obrador por la historia de México y el periodismo. Son temas recurrentes en su discurso de las mañaneras.

Es bueno tener un presidente que se interesa y apasiona en asuntos culturales. Desafortunadamente, a veces su discurso raya en lo obsesivo y es entonces cuando ensucia la parte cultural pues la impregna de fobias, rencores e ideología.

La comparación entre los presidentes Benito Juárez y Porfirio Díaz es uno de sus temas históricos preferidos; por cierto, una comparación improcedente porque gobernaron en tiempos muy distintos: las necesidades de México eran diferentes, el mundo también lo era. Tanto Juárez como don Porfirio tuvieron luces y sombras. Juárez restauró la república, don Porfirio pacificó al país después de un siglo de guerra; Juárez dejó a México en la pobreza y sin educación, don Porfirio se aferró al poder durante tres décadas; Juárez murió prácticamente en Palacio Nacional, don Porfirio, en el exilio. Distintos, completamente distintos.

Igual ocurre con su admiración por Ricardo Flores Magón, a quien pone como ejemplo de periodismo, pero omite comentar que el editor de “Regeneración” e incluso eventual director de “El hijo de El Ahuizote”, vivió y publicó gran parte de su trabajo periodístico en Estados Unidos y Argentina, organizó el Partido Liberal Mexicano con comunistas y anarquistas norteamericanos y murió en aquel país. Flores Magón, por cierto, rechazó colaborar con Francisco Madero por considerar que su plan era muy burgués. Tampoco la llevó bien con Pancho Villa. Flores Magón era un periodista antigobiernista, y eso es precisamente lo que le disgusta de los periodistas actuales al Presidente.

¿Por qué denigrar al periodismo mexicano? Los periódicos fueron la llave que abrió la puerta de la democracia partidista. En Baja California impulsaron el triunfo del primer gobernador panista de la historia; en Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Coahuila y San Luis Potosí catapultaron al PAN, mientras que en la capital de la república periódicos y revistas de izquierda hicieron eficazmente su trabajo. ¿Cuántos años hace que el PRI no gana la jefatura del ex Distrito Federal?

Sin ir más lejos, la fuerza del entonces candidato López Obrador en su más reciente campaña fue potenciada por la prensa que le dio gran espacio a las encuestas, siempre favorables a él.

Está bien que cada uno tenga preferencias históricas, señal de que ha leído libros (y en el caso de López Obrador, también los ha escrito). Nadie le pide al Presidente que deje de opinar de historia, al contrario. Lo que no se vale es que desde la palestra presidencial promueva o descalifique personajes que fueron antagónicos o que combatieron patrióticamente, aunque desde posiciones opuestas. Se trata de ilustrar y transmitir ideas, no de escribir una nueva historia al gusto y conveniencia del gobernante.

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